viernes, 23 de diciembre de 2011

Carta #54

Sigo en el mismo lugar, con la misma gente. Sigo en el mismo espacio, pero con otro aire.

Sigo aquí sentada en los recuerdos y amarrada a tu cintura. Sigo aquí hasta que se me acaben los días.

Yo sigo tan aquí, tan dentro de mí con mis planes a medias, con las penas derramándose entre mis dedos; con las gotas de tus besos que a veces me escupes en la boca con todo, con todo lo que fui de ti y tú… tú sigues en su piel.

Comiéndote de ella hasta sus sueños, besándole la espalda, sigues en su piel.
Mintiéndole al amarla; sigues en su piel, vendiéndo tus miradas que ayer fueron tan mías.

Sí, sigo aquí en el mismo lugar, con la misma gente. Sigo en el mismo espacio, pero con otro aire.
Sigo aquí sentada en los recuerdos porque hay cosas que ya no podremos reconstruir; porque ya no pienso vivir de esas memorias que te sobran en la piel; de esos ayéres que para ti fueron nada.

Porque ya me cansé de mirarte y querer tenerte; porque ya me cansé de ser ese juego interminable para ti.

Que difícil fue creer que eras tan para mí, pues eso pensé cuando te conocí. Por muchos meses, por algunos años eso me hiciste creer; que eras tan para mí y yo tan para ti, que a la vez éramos tan para nada en este mundo, que nos pertenecíamos.

Lástima que para mí, el mundo de las inseguridades es algo prohibido; lástima que para ti, las despedidas se convierten en mentiras que me arrastran hasta tus pies cuando tú quieres.

Eras tan para mí y tú tan para ella, que a veces se me hace imposible pensar que pudiendo haberlo amado tanto, te amé a ti sin ninguna restricción de tiempo, sin fecha de caducidad.

Pensar que te amé tanto aunque tus palabras eran tan falsas.
Pensar... ¿Qué puedo pensar?

Que tal vez la mejor despedida, es volverse a saludar.

Abbey ~

No hay comentarios:

Publicar un comentario