sábado, 15 de octubre de 2011

Ave

Ojalá te hubiese atrapado aquel día,

donde te comparé con la aves.

Ojalá te hubiera cortado las alas que te di para que volaras por mi cielo,

Para que fueses libre entre mis jardines.


Ojalá te hubiera puesto alguna trampa más severa,

no mis simples manos,

una que de seguro te mantuviera,

que no pudieras escapar.


Ojalá mi voz te hubiese hipnotizado con todo y mis palabras

y que mis ojos te hubiesen mirado menos para que los buscaras.

Ojalá te hubiese atrapado aquel día,

aquel día cuando sentí que por completo te perdía.


Hoy que no te tengo, hoy que ha llegado el invierno, me preocupa que no tengas donde resguardarte del frio,

hoy tengo miedo, miedo de creer no volverás, que donde emigraste se quedó tu cuerpo, frio, tieso, pero revivo en un momento y trato de cambiar mi pensamiento.


Porque fuiste el ave que bebió de mi cuerpo, fuiste el ave que me abrazó a su recuerdo.


Fuiste el ave que despistado no notaste mi presencia en aquel parque, en aquella banca, que me acompañaste hasta la fuente del jardín de mi casa, Fuiste el ave con la que platicaba, pero, perdí la noción de que eras libre, y que también emigrabas..


No debí acostumbrarme. Me acostumbré tanto a tus alas donde me acurrucaba que ahora siento el frío que me hiela hasta el alma. Me acostumbré tanto a tu canto desde mi ventana cuando cada mañana con tu esplendor despertaba. Ojalá te hubiese atrapado aquel día, aquel día cuando sentí que por completo te perdía.


Fue mi culpa, lo acepto. Te quise de mas como para darme cuenta de que eres libre, espontaneo, de que te aburres fácilmente y que no amas demasiado, sonríes a cuál te dé un poquito de alimento, te alejas si alguien aparenta amenazador, te enojas, y olvidas por completo, no tienes heridas de viejos tiempos, porque no dejas que se acerquen...


No debí acostumbrarme. Me acostumbré tanto a tus alas donde me acurrucaba que ahora siento el frío que me hiela hasta el alma. Me acostumbré tanto a tu canto desde mi ventana cuando cada mañana con tu esplendor despertaba. Ojalá te hubiese atrapado aquel día, aquel día cuando sentí que por completo te perdía.


Fue mi culpa, lo acepto. Te quise de mas como para darme cuenta de que eres libre, espontaneo, de que te aburres facilmente y que no amas demasiado, sonries a cual te de un poquito de alimento, te alejas si alguien aparenta amenazador, te enojas, y olvidas por completo, no tienes heridas de viejos tiempos, porque no dejas que se acerquen...


Olvidé mi esencia mientras me perdía en la tuya y me convertí en la lluvia sobre tu guarida. Me convertí en tormenta y en la densa brisa, y te perdí la huella, pues tus alas no se hicieron para mis cielos. Tal vez si te hubiese cortado las alas, hubieses sido mío, no hubieses escapado de este inmenso frío.


Pero hubieses dejado de ser esa ave a la que admiro, a la que despido en este verso mientras el otoño se lleva entre sus vientos los recuerdos de tus vuelos. Esa ave a la que amé con todo y sus heridas, a esa ave que por mucho tiempo fue más que mi vida.


Perdí mi voz al callar para escuchar tus sonidos, perdí movilidad para estar estático, mientras brincabas y revoloteabas, pero valió la pena, espero que el verano en el otro lado del mundo sea parecido a lo que quieres, a lo que buscas, ya que no encontraste aquí a mi lado lo que creías suficiente, aunque contigo, se llenaba mi mente...


¿El frío es intenso no? Espero jamás lo sufras, te deseo lo mejor en tu eterna primavera..



*Colaboración de Claudio Josías
( Lo que no está en negritas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario